viernes, 12 de diciembre de 2014

Reflexiones Sobre el Mid-Season de la Quinta Temporada de The Walking Dead

Réquiem por una Expectativa



Contiene SPOILERS sobre el Mid-Season de la Quinta Temporada de The Walking Dead.

A veces me pregunto cómo es posible que sienta de manera tan vívida lo que le pasa a los personajes de las series que sigo. Cómo hago para crear un vínculo tan ficticio y tan real al mismo tiempo. Me entristezco con ellos y me alegro con ellos y, por supuesto, si el lazo que creado es fuerte, me angustio cuando los pierdo. La muerte de un personaje no es comparable con que ese personaje abandone la serie, no importa el motivo. Si la abandona mi mente se las rebusca para fantasear con un regreso tal vez imposible desde el punto de vista de los escritores pero realizable en mi cabeza, incluso puedo crear una fanfiction sobre su vida para calmar la ansiedad que me genera no verlo. Pero la muerte es muerte aún en una ficción y eso coarta todo tipo de historias que pueda inventar para suplantar su ausencia de la pantalla.
Esta tipo de pérdidas no me resultan tan significativas en una película. Perder a alguien en la pantalla grande me genera tristeza pero esa sensación no dura demasiado tiempo. En cambio seguir una serie se transforma, por decirlo de alguna manera, en parte de mis rutinas:  sé que los lunes voy a encontrarme con Daryl y Rick en “The Walking Dead” o con Carrie en “Homeland” o que los jueves tengo cita con el circo freak de “American Horror Story”. Es esta regularidad  la que logra que me vincule tan fuertemente con los algunos personajes. Y es esa cotidianidad la que me permite verlos crecer y evolucionar a través de las semanas y, si tengo suerte, de los años.

Para aquellos que no conocen la serie probablemente estas palabras no logren alcanzarlos como me gustaría pero voy a intentar, por lo menos, darles un contexto: sin un origen aún conocido todos los habitantes del planeta comienzan a transformarse en "walkers" (zombies) al morir. Utilizo esta palabra porque es uno de los tantos términos elegidos para identificar a estas criaturas dentro del show de la cadena AMC. Nadie se refiere a ellos como "zombies". Dentro de este mundo infestado por walkers surgen diferentes grupos de sobrevivientes. El principal es el liderado por Rick Grimmes junto con su hijo Carl y otros personajes como Daryl Dixon, Glenn Rhee, Carol Peletier y Maggie y Beth Greene para mencionar a algunos de ellos. 
Para los que crean que esta es simplemente una "serie de zombies" permítanme decirles que va mucho más allá de eso: es la más antiguas de las historias, la de humanos contra humanos luchando por conquistar y sobrevivir casi a cualquier precio al punto que los walker acaban siendo la excusa que permite liberar estas batallas. Y a medida que las batallas se vuelven más crudas las personas se conectan más y más con sus instintos más básicos y salvajes  y descubrimos que son capaces de asesinar a sangre fría a otro ser humano, adoptan el comportamiento de una manada y se defienden entre ellos de sus enemigos tan primitivamente como lo harían los animales.

Dentro de este mundo post-apocalíptico me tocó vivir una de las muertes que más me conmovieron en todos los años que llevo siguiendo programas de TV: Beth Greene murió inesperadamente. 
 
Cuando Beth apareció por primera vez en The Walking Dead como la hija menor de un veterinario campesino convertido en médico me resultó un personaje secundario sin demasiado peso dentro de la trama. Simplemente equilibraba el cuadro de esa familia granjera sobreviviendo, de una manera poco usual, entre muertos vivientes. Pero a lo largo de los capítulos los cambios que se fueron produciendo en ella me atraparon hasta convertirla en uno de mis protagonistas favoritos. Fue, desde mi punto de vista, de los que más creció y se desarrolló: pasó de adolescente suicida a hacerse cargo de un bebé sin madre (y por mucho tiempo sin padre), de la aprensión por matar a cargar sin reparos una ametralladora para disparar contra todos aquellos que habían atentado contra su padre y su grupo, se convirtió en el sostén y consuelo de uno de los personajes, en apariencia, más fuertes de la serie como lo es Daryl Dixon cuando él empezó a derrumbarse abrumado por el miedo y la culpa hasta que finalmente sola y separada violentamente de Daryl, encontró su lugar y su yo dentro de ese mundo violento en el que le tocó vivir. Y fue en ese momento, en el instante en el cual Beth supo quién era, que la mataron.

¿Por qué me movilizó tanto la muerte de Beth? Después de ver cuatro veces el final del capítulo “Coda” (S05E08) y de un par de días para procesarlo todavía me angustia recordar la escena de su muerte. Y fue tratando de entender por qué me había movilizado de esta manera que recordéuna sesión de terapia en la que hablamos sobre la cantidad de situaciones grandes o pequeñas que esperamos se den de cierta manera en nuestra vida y que no se cumplen como lo teníamos previsto. Y en ese momento me di cuenta: Expectativa. Si bien esperaba el momento en que Beth se reencontrara con su hermana Maggie y el resto del grupo lo que realmente me mantuvo en vilo durante casi un año fue pensar en el reencuentro con Daryl Dixon. Habían vivido y compartido momentos intensos y personales luego de la fuga obligada que los sorprendió huyendo juntos y necesitaba saber hasta dónde y cómo evolucionaría esa relación. Daryl se abrió con ella como no lo había hecho con nadie y fue la inocencia que aún quedaba en Beth la que logró resquebrajar el frágil cascaron de Daryl. Los había imaginado reencontrándose. Vi a Daryl orgulloso de cómo Beth se había mantenido con vida sin su ayuda. Sentí el abrazo entre ellos y la liberación de la angustia contenida después de la separación. Viví capítulo a capítulo la quinta temporada durante dos meses esperando este momento y absolutamente nada se dio como lo esperaba. Debería decir que es meritorio que una serie después de cinco temporadas tenga todavía la capacidad de sorprenderme de esta manera pero por esta vez hubiese preferido un cliché telenovelesco a ver frustrada mi fantasía. Nadie esperaba la muerte de Beth. Tampoco yo. No pudo despedirse de su hermana ni de su grupo. No pudo despedirse de Daryl, quien, como ya había hecho con Sophia, nunca se dio por vencido y continuó tras su rastro hasta finalmente dar con quienes la habían raptado y salió impulsivamente en su búsqueda. Y fue así como junto a Rick y el resto del grupo la encontraron y por pocos minutos la tuvieron nuevamente con ellos. Pero durante una escena llena de tensión y confusión, en un parpadeo, en un segundo, la cabeza de Beth voló por los aires dejándome sin aliento y con los ojos llenos de lágrimas: adiós a mis expectativas.

Esta sensación tan fuerte que me dejó la muerte de Beth y todo lo que esperaba sobre cómo continuaría la serie me resultó exagerada hasta para mí. Y en ese momento en que mis propios sentimientos me parecieron exagerados se me ocurrió extrapolar la situación. La expectativa, como estoy aprendiendo, no es algo minimizable a un simple “espero que…” y suele ser un arma de doble filo. Puede mantenernos activos en la búsqueda de un cambio pero también puede frustrarnos al no conseguirlo. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que pueden generar sobre nosotros. Estar esperando que algo pase, que algo mute de una situación o de una persona no es algo fuera de lo normal. Como tampoco lo es la frustración, ansiedad, angustia o enojo que nos genera que esos cambios no se den de la manera en que lo imaginábamos. Con esto no quiero decir que uno debería ir desesperanzado por la vida pero si cuidando lo que uno espera porque, lamentablemente, no podemos…no puedo... controlar reacciones o situaciones que vayan más allá de mi persona o que dependan de factores que estén fuera de mi alcance. Esto fue sobre lo que realmente la muerte de Beth me hizo reflexionar: sobre la cantidad de veces en que  me descubro expectante de una situación, de un resultado, de un cambio o de un llamado y de toda la energía, tiempo y fantasía que pongo en esa espera y en lo que siento cuando el teléfono no suena o las situaciones no cambian y en como la frustración y la angustia me invaden y me enojo. Y nunca me enojo con quien debería enojarme, suelo buscar la respuesta afuera y me cuesta darme cuenta del verdadero responsable de todos esos sentimientos encontrados: lo que mis expectativas y yo generamos.


Un recuerdo sobre los mejores momentos de Beth y Daryl: